Texto: Blanca Neri
Fotografía : Aarón Andrade

El inicio de una empresa de productos orgánicos fue en el traspatio de la casa familiar de Jaime Welsh y Niza Ibarra Ávalos, quienes durante seis años se dedicaron a cuidar la tierra y producir lo que consumían. Posteriormente compartieron sus conocimientos con las personas del ejido La Nueva Esperanza, en el municipio de Tonila, Jalisco y creció hasta beneficiar a varias familias del lugar. Pero no solo fue cosechar saludable sino crear toda una comunidad responsable con la tierra misma, producir sin fertilizantes, logrando la aplicación de varias técnicas ecológicas en el proceso. Así mismo lograron posicionar sus productos en mercadillos verdes en Colima y algunos restaurantes campestres, lo que demandó aumentar la extensión de tierra cultivada. Jaime y Niza literalmente prepararon la tierra para hacerla producir, pero se quedaron en el camino ya que tuvieron que cambiar de residencia por cuestiones profesionales. Hoy en día Marely Moctezuma y Alan González continúan sembrando y cosechando como un legado del trabajo que hicieron sus antecesores, “ya teníamos un contacto cercano con Jaime y Niza por lo que propusimos seguir trabajando igual que ellos con la conciencia de una producción ecológica del campo, con los principios de respeto a la naturaleza y a la salud del ser humano”, explica la joven pareja. Al momento de involucrarse en la cosecha de traspatio se ocuparon de planear la producción y ampliar la ruta de distribución en zonas de Colima y Ciudad Guzmán, “existe una demanda real de productos orgánicos, porque ayudan en la alimentación y brindan una mayor calidad de vida para los consumidores”.

El reto fue continuar con la producción por lo que Marely y Alan se capacitaron en diversos foros y talleres, “con la convicción de que eres lo que vendes. Nosotros creemos que nuestros productos son parte de una vida sana y necesaria para cuidar nuestro cuerpo”.

Proyecto sano

Poder continuar con el proyecto sin pensar en hacerlo negocio, es lo que mueve a la pareja, “buscamos llevar un beneficio a los consumidores de contar con una opción de productos sanos, con precios justos y en ocasiones los mantenemos para generar una mayor demanda. Es un proyecto de amor y de convicción, la producción que tenemos en el ejido es lo que nosotros y las familias integradas consumimos y el excedente lo comercializamos directamente, sin intermediarios”. Un caso de éxito es el restaurante Xacalli ubicado en Tonila, que ofrece comida campesina de alta calidad, sus ingredientes son de producción ecológica, presentan una opción para probar sus platillos sin conservadores, ni fertilizantes, desde carne, aves, lácteos, frutas y hortalizas. Son alrededor de cinco familias que se unieron a este esfuerzo de producir la tierra en pequeña escala, pero que ya rinde buenas cosechas: desde la promoción del consumo local, la comercialización, el incremento de la demanda de sus productos y la permanencia en el gusto de los consumidores.