Las circunstancias ambientales y del cambio climático a nivel global hacen indispensable la búsqueda de alternativas en el campo de los materiales y los sistemas constructivos; el tema es relevante si consideramos que la industria de la construcción es una de las más impactantes y contaminantes al entorno natural.

Es imperioso desarrollar sistemas constructivos con una mínima huella de carbono y bajo impacto ambiental. Bajo este contexto, el uso de materiales y técnicas constructivos tradicionales, puede ser una opción para ser adaptados, modernizados e incorporados para la solución de problemas concretos de las sociedades actuales. Tal es el caso del uso de materiales de origen vegetal, particularmente las gramíneas, ha estado presente desde tiempos inmemoriales en la tradición constructiva en la región centro occidente de México, y por ende, en Colima.

Aunque en la región hay presencia de tres variedades de bambú (el otate, bambusa vulgaris y oldhamii), la especie Guadua  angustifolia kunth, ha sido introducida recientemente en plantaciones de la región, con aproximadamente 100 hectáreas sembradas con este tipo de bambú con cualidades estructurales (Consejo Colimense del Bambú, 2015). La guadua es de origen amazónico, se considera como la más sobresaliente para uso constructivo debido a los altos niveles de resistencia mecánica como flexión, tracción y compresión, que permiten tener características resistentes a los sismos en construcciones y estructuras.

El bambú presenta ventajas como material de construcción, ya que es un material de una fuente renovable sostenible, por lo que este material puede ser una alternativa para generar materiales para la construcción amigables con el ambiente. Existen más de 1200 especies de bambú mundialmente, no todas las especies son aptas para usos constructivos, debido a las variaciones en su geometría y sus propiedades mecánicas.

En el medio de la construcción, el bambú es conocido como el “acero vegetal”. Desde tiempos inmemoriales, esta planta ha sido utilizada  en Asia y Latinoamérica. Desde mediados del siglo pasado, el uso de materiales como el acero y el cemento arrebató al bambú su papel  como material de construcción en las regiones del mundo donde crece de manera natural, paulatinamente ha sido relegado de tal manera que se llegó a considerar  como  la “madera de los pobres”.

A partir del sismo que devastó el eje Cafetero Colombiano, en 1999, se ha desarrollado la investigación  y el diseño llevados a cabo por arquitectos e ingenieros de renombre, de tal manera que el bambú de nuevo se considera como material de diseño y construcción básico.

En Latinoamérica, la arquitectura de bambú se inicia en la  época precolombina, y desde México hasta Brasil hay evidencias de su uso en la edificación. Posteriormente, en el periodo Virreinal, y hasta la segunda mitad del siglo XX, esta tradición continúa con la construcción de viviendas rurales, principalmente en Costa Rica, Colombia, Brasil y Ecuador y evoluciona bajo diversas circunstancias.

El bambú, poco a poco se posiciona en diversas latitudes del planeta hoy día, donde se utiliza como material principal. Ya lo anunciaba Frei Otto (Premio Pritzker 2014) en su libro: “El bambú es el material del futuro”.

En Colima, después de las primeras plantaciones de la variedad denominada Guadua  angustifolia kunth hace entre 4 y 5 años ya se empiezan a figurar las primeras obras importantes con el uso de este maravilloso material que sin duda llegará para quedarse en el gusto y uso arquitectónico.

Por: Marco Aurelio Corona López

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