Por AleTorres Coach en cambio de hábitos, mamá bloguera, comunicóloga y alumna del Centro de Kabbalah México.
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Siempre vi a los cuadernos como meros útiles escolares, Se le conoce como “Terapia de escritura expresiva” y resulta de cosa lógica cuando también veía a la escuela como única obligación que tenía en mi infancia. Afortunadamente me gustó y la relación escuela-útiles-libros fue buena para mí y para ellos, al grado que aún conservo algunos de mis cuadernos de primaria.

Pero uno crece y aprende a ver las cosas de otras maneras. Ahora entiendo que los cuadernos para mí siempre han sido como compañeros, amigos; como espejos, pues desde niña, el ver una calificación o una nota plasmada me agradaba y además, decía algo de mí, de lo que hacía o era capaz de hacer en un ámbito de mi vida.

Y qué hablar de los “diarios” cursis que en la pubertad adquirimos con nuestros ahorros y guardamos bajo llave, porque en ellos escribimos lo que no éramos capaces de decir por pena o miedo… curiosamente, siempre, siempre, esos cuadernitos eran descubiertos por mamá o alguna de las hermanas, entonces ¡se hacía el drama! De ahí, cosa nada conveniente, una dejaba de escribir por temor a ser descubierta de nuevo o leída por alguien que no debía.

Por suerte el tiempo pasa y ves que esa actividad cursi o de niñas, de escribir o dibujar antes de dormir sobre lo que uno piensa o siente, es una gran terapia; muy inconsciente quizá (sobre todo para los papás) pero terapia al fin que ya de más adultos vale la pena retomar.

gran ayuda porque reordena el pensamiento, estimula la conexión con los demás y reduce crisis depresivas; además de que provoca una serie de efectos sobre la salud: anima la protección inmunológica, relaja e incrementa la calidad del sueño y disminuye el consumo de alcohol o fármacos.

Obvio, esto no sucede sólo con lápiz y papel en mano. Elemento importante es la actitud de “abrirse” o querer hacerlo. Para que funcione como terapia, es importante enfocarse en lo que genera estrés (plasmar sentimientos, más que hechos) y dedicar por lo menos 30 minutos durante cuatro días para escribir pensamientos y emociones; no importa si escribes “bonito” o no.

También ayuda a incrementar la autoestima y la capacidad de “darte cuenta” que a veces tanto buscamos. El cuaderno tú lo escoges, tú lo decoras, tú le escribes y nadie más que tú va a viajar en él.

Después de todo, siempre he dicho que cuando alguien escribe, lo hace para uno mismo. Aún cuando sabemos que es muy probable que alguien más te leerá. Ya es su problema si se identifica, le gusta o no.

Prueba el hábito de escribir como terapia y verás los cambios que notarás en ti. Siempre es un buen momento.