Por:Sergio Ursúa Director general de Equipos de Poder
Twitter@sergioursua
linkedin.com/Sergio Ursúa

Las personas en las empresas modifican las necesidades de capacitación –aunque me gusta más llamarlo «entrenamiento» que capacitación– para seguir teniendo éxito. Las personas en la sociedad modifican su conducta para mejorar la convivencia y el desarrollo de un buen consenso social.

Hay un factor común en estas dos declaraciones, la escala de valores que se maneja en cada uno de estos ámbitos: el personal y el laboral.

Como sabemos, los valores son conceptos aprendidos, desarrollados -y también mal aprendidos- en la familia, que al paso del tiempo van creando un marco de comportamiento que define nuestra personalidad, y no solo el «quiénes somos» sino también el «cómo somos». Así pues, todos los triunfos y derrotas que vamos tendiendo, en lo laboral y en lo personal, se basan en cómo aplicamos los valores que nosotros hemos definido como nuestros y además cómo los enseñamos a otros; porque rara vez nos detenemos a pensar en la maravilla que es la enseñanza de conocimientos -como una maestra, un maestro- o, como en este caso, la transmisión de valores. Y es que a final de cuentas, se ha dicho que la enseñanza no es más que la imitación de un acto trascendente, como bien lo es aplicar a la cotidianidad ser mejores personas.

De ahí que no solo se trata de conocer, entender y aplicar nuestra escala de valores, se trata también de cómo los demás perciben nuestras conductas y moldean sus acciones a las nuestras. Es un intercambio de actitudes y comportamientos que se van desarrollando día a día y que nos permiten como sociedad tener una mejor convivencia y en el caso de la empresa un mejor clima laboral, entre otros muchos beneficios.

La escala de valores puede tomar diferentes matices según el ámbito donde se desarrolle. En la familia, esta escala ha sido –o por lo menos así debió ser– heredada de generación en generación y con el paso del tiempo ha debido dejar en cada uno de los que conforman la familia una sensación de satisfacción, bienestar y mejor calidad de vida. En la empresa, el implementar un programa de valores, (inducción a nuevos empleados, programa de capacitación, desarrollo de nuevas estrategias de negocios) garantiza mejores resultados. Es fundamental que en nuestra empresa contemos con una filosofía de trabajo basada en valores universales.

Una escala de valores define, en muchos casos, la «marca personal» de cada uno de nosotros. Branding personal es como se le conoce en estos tiempos modernos y es así como los demás nos reconocerán. Es, aunque se lea algo materialista, el calor subjetivo que los demás nos dan. En la siguiente entrega de esta columna, hablaremos sobre este tema. Mientras tanto, ¿cómo fomentas los valores en la familia y en tu trabajo?

Hasta pronto.