P O R Fátima Garay

El planeta se puede volver un lugar mejor si todos apoyamos al reciclaje

“Esto lo hago para que la gente tome conciencia de que las cosas no se deben tirar, sino que se pueden reciclar y volver a crear objetos buenos y bonitos para todos”.

Originario de Jalisco, Miguel Ángel Mendoza desde muy pequeño estuvo en contacto con el arte y las manualidades. Desde los primeros años de su vida comenzó a dibujar con lápiz y papel, pero en su adolescencia se le presentó la oportunidad de incursionar en una profesión única e interesante: la de ferrocarrilero.

Es por ello que durante 18 años continuos trabajó en Ferrocarriles de México, una empresa que le otorgó conocimientos en física, matemáticas e ingeniería civil. Este intelecto, junto con el amor por dibujar, hizo que en su cabeza se formulara la que sería su primera creación a los 22 años de edad.

“Desde muy chiquillo ya lo traía, hacía todo tipo de manualidades, pero en dibujo. Con 22 años mi primera creación fue un “tabús”, de los que traían los trenes al último, pero desafortunadamente me lo robaron”.

El mal trago no hizo que Miguel desertara de volver a realizar uno de los objetos que tenía en su cabeza y hacerlos realidad.

Tras 37 años viviendo en Manzanillo, asegura que durante este tiempo fue perfeccionando la técnica. El trabajo de Miguel hace que se vuelva único por la manera en la que llega a transformar la basura y desperdicios de objetos cotidianos en piezas únicas mediante el reciclaje.

“Yo no sabía que podía hacer esto, yo hacía carros sin ton ni son, hacía que caminaran, pero comencé a hacerlos parecido a los modelos que ya existían y listo, tenía una representación hecha con basura”.

Desde entonces y hasta la actualidad ha creado más de 100 piezas a base de electricidad y reciclaje de objetos que se llegan a ver día con día. Hay para todos los gustos y edades. Entre las creaciones destacan una maqueta del Titanic que llega a medir hasta dos metros con 50 centímetros, siendo ésta, la creación más grande hasta el momento.

También se pueden encontrar barcos, asientos, alacenas, juguetes didácticos que refuerzan los conocimientos en matemáticas y física, acuarios, asientos de llantas, mesas de apoyo, anaqueles, helicópteros cuyas hélices dan vueltas sin parar, automóviles de época e incluso, un pez vela característico del puerto manzanillense.

Pero para crear estas figuras, asegura que es indispensable tener una idea en la cabeza, plasmarla en lápiz y papel, buscar en internet un bosquejo y a partir de ahí ver con qué materiales se pueden crear.

“Las piezas las hago con cartón y con basura de la que desechamos como tapas de biberón, motores de grabadora, discos de computadora, asientos de llantas, cajas de refrigerador y roperos viejos”.

Afirma que su objetivo no solamente es reciclar todo lo que se tira, sino hacer conciencia de que los objetos puedes tener diferentes propósitos más allá del que les fueron asignados.

Cada una de las piezas es creada con amor, aprendizaje, curiosidad y paciencia. Miguel afirma que tarda hasta un mes en darle forma a una creación dedicándole entre cuatro y seis horas los siete días de la semana. Sin duda, una pasión que asegura, seguirá teniendo hasta que sus manos y su fuerza lo sigan apoyando.

Mientras tanto, su próxima meta es buscar el lugar adecuado para exponer las piezas que ha ido creando a lo largo de los años y demostrar que el planeta se puede volver un lugar mejor si todos apoyamos al reciclaje y no dejamos que la vida útil de un objeto, por más cotidiano que sea, se termine sin darle una segunda oportunidad.