P O R Fátima Garay
“Con la excelsitud del Palacio de Bellas Artes, así llegó esta pieza a Colima”.

Es bien sabido que en el estado de Colima existe una gran cantidad de esculturas que cuentan la historia del Estado y de México, siendo la estatua de La Libertad, una de las más im- portantes en la entidad. El historiador colimense Noé Guerra Pimentel relata que esta escultura, que actualmente está ubicada en el Panteón de los Gringos, es hermana de La Fortuna y La Guerra, creaciones que nacieron de la cabeza y el talento de Carlo Nicoli, en la localidad de Carrara, Italia.

Fue en el siglo XX que este artista llega a México con el propósito de esculpir algunas de las figuras del Palacio de Bellas Artes, sin embargo por azares del destino, en 1926 José Guadalupe Zuno Hernández, quien fungía como gobernador de Jalisco, tomó la decisión de que la estatua de la Fortuna se quedara en Guadalajara, la Guerra en Guanajuato y la Libertad en Colima.

Es por ello que en 1926 fue colocada en el jardín de la Independencia, el actual jardín Torres Quintero. Después de 60 años y luego de ser situada en el jardín Hidalgo, las autoridades decidieron re- moverla al Panteón de los Gringos, un lugar, que según el historiador, estaba vandalizado y mal cuidado.

Ya sea por los múltiples traslados, el vandalismo en la zona o la falta de mantenimiento, desde entonces la estatua de La Libertad se encuentra mutilada faltando el antebrazo derecho y la mano izquierda, además de detalles menores y su superficie seriamente deteriorada. Años más tarde por órdenes del presidente municipal Abel López Llerenas, esta creación fue coloreada con pintura automotriz color verde, por lo que al retirar la capa de pintura, el daño en su estructura, material de mármol y color original fue mayúsculo.

A pesar de todas las vicisitudes que ha pa- sado una de las estatuas más importantes de la entidad, en el año 2014 fue limpiada nuevamente, sin embargo, por diversos motivos, hasta el momento no ha sido restaurada, pero sin duda, sigue mostrando ese brillo que la hace única e inigualable resaltando la excelsitud que tanto caracteriza a una escultura de su época.