Hoy en día hablar de cine es hablar de un negocio global, de un área que no sólo genera billones de dólares al año, sino que moldea, incluso transforma mentes a escala masiva, sólo comparable con el internet. No es para todos, es verdad, pero incluso aquellos que no gustan de los cinemas saben sobre Star Wars, Misión imposible, Tiburón, E.T. Hay libros o seres de obras literarias que alcanzan su potencial gracias a este medio, Harry Potter, James Bond, Batman, Superman o todos los superhéroes que cuenten con película son ejemplo claro de ello, o alguien honestamente había escuchado sobre los Guardianes de la Galaxia antes que saltaran al cine.

También influye en nuestra manera de ver el pasado, desde eventos como las Guerras Mundiales, que conocemos mejor por películas que por libros, hasta personajes admirados como Abraham Lincoln, quien no sería la figura icónica de moralidad y respeto sino fuese por las películas filmadas sobre él. Suena exagerado, pero si vemos por decir, la vida de Benito Juárez, encontraremos en él a una figura tan grande o más para la vida de un país que Lincoln y que no es la mitad de relevante en el consciente colectivo debido a la ausencia de obras fílmicas en su nombre. Por algo Estados Unidos domina la mentalidad colectiva del mundo occidental: Invierte más en su ficción cinematográfica.

Visualicemos ese poder, la capacidad de modificar el pasado para conveniencia propia.

Ejemplos claros:

Vietnam, una guerra glorificada en los filmes americanos, fue un movimiento de opresión en que Estados Unidos invadió un país extranjero sin agresión alguna, para evitar que se hiciera comunista.

La derrota de Hitler, que Norteamérica gusta aclamar tanto por su participación directa en la misma, fue realizada más que nada por la armada soviética que llegó desde Stalingrado hasta Berlín. Estados Unidos se enfocó en derrotar a Japón, no en salvar judíos.

Los mismos vaqueros, un símbolo de libertad americana, nacieron en México. La palabra cowboy fue una adquisición hecha por América del Norte basándose en la palabra «vaquero», o «chico de las vacas», término natural mexicano. Esto ocurrió cuando Texas y los otros territorios del norte se adhirieron a la Unión Americana. Los cowboys son mexicanos.

Casos como estos hay decenas, pero ¿Qué nos dice eso sobre nuestro estilo de vida? ¿Qué nos enseña acerca del cine? Primero que nada nos da una importante lección sobre el poder. El verdadero poder proviene de hacer que las personas crean que lo posees. Nos habla sobre cómo una película grande puede hacer más daño que una guerra, sobre cómo una obra de ficción puede hacer quedar bien a un hombre malvado o sobre cómo un evento a gran escala, puede ser retratado como actos de heroísmo. El cine, hoy en día al menos, puede transformar aquello que consideramos verdadero, puede mover gobiernos o hacernos conscientes del calentamiento global. Puede estar lleno de mentiras, o también repleto de realidades.

¿Qué hacer al respecto? Ver películas, analizarlas, leer sobre ellas y las historias que nos retratan, saber encontrar lo que los filmes buscan decirnos. Toda obra fílmica grande busca moldearnos de alguna manera. Si los superhéroes pelean en Estados Unidos es por una razón, si los villanos poseen acento chino es por otra. Nuestro conocimiento es lo único que nos ayuda a encontrar que es verdad en todas estas obras. Por algo la gente aún debate acerca del Apolo XI y su llegada a la luna, ¿Fue real, o sólo una obra fílmica? Esa es hoy la importancia del cine.